jueves, 28 de enero de 2010

cuaderno de Frida, 1


En mi cuaderno intento hacer un par de bocetos, uno desde la Malagueta y el desnudo de Diego Santos que retrotrae a las vanguardias, visitando la exposición en el Museo Municipal. Me entretengo en el vídeo del artista y me doy cuenta que el vigilante arrastra una y otra vez sus zapatos, cruzando por delante de mi mirada, hacia un destino incomprensible, molestando, incluso saludando (!) tal vez soy de los pocos marcianos que van un domingo a disfrutar de exposiciones en Málaga. La verdad, hay muy poca gente. Ayer, precisamente estuve en la recién inaugurada exposición Ars Delineandi, en el Palacio Episcopal de Málaga. Pero no tenía mi cuaderno. Se trata de una muestra itinerante sobre las colecciones de dibujo en museos andaluces.
Se encuentra un artículo de una crítica en el número 11 de Musa (se descarga toda la revista en texto completo).

http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3081002

sábado, 16 de enero de 2010

por qué nadar y por qué perder la ropa

Un día la natación cambió todo mi universo. Yo solía bañarme en el mar con gusto. Pero nadar en continuación no, y detestaba las piscinas. La natación me puso a prueba, dejé de fumar, me pedí más... mi cuerpo se ha ido transformando perdiéndo lastre y respira de forma nueva. Te habituas a la humedad, a los rituales deportivos, a no ver nada dentro del vaso, únicamente la calle por la que nadas. En ocasiones es el lugar donde me vacío y medito.
Encontré esta frase hace unos días -nadar y perder la ropa- en contraposición al dicho popular que significa una contradicción, arriesgarse para conservar, de qué sirve. Quien arriesga gana, pero también pierde lo que tenía. Y desnudos, casi siempre ganamos.
La imagen pertenece a Art Werger:
http://www.sfonlinearts.com/Art_Werger.htm

viernes, 15 de enero de 2010

en pos de un pañuelo

Perdí un pañuelo en forma de museo cuando hace casi cinco años opté por cambiar a una biblioteca pública. El traje no me quedaba mal, me defendía ajustándome el jersey. Era de buena calidad pero algo justo. Poco a poco lo sentí mío y me divertí mucho cuando formamos los clubes de lectura. El pañuelo que perdí guardaba los tesoros del museo de pinturas y su maravilloso taller de restauración... sus patios y los  jazmines, las exposiciones temporales. En su recoleta biblioteca me quedé unos cuantos años. Es el más hermoso pañuelo que he tenido. Salvo cuando decidí marchar a Italia con una beca, pero era en aquella época muy jóven y cambiaba de ropa y la perdía con toda facilidad.
Ahora me lo pienso algo más, aunque cuando conocí a mi nadador malagueño perdí toda la ropa de golpe. Por nadar junto a él cambié de ciudad. Y aquí estoy vestida con una falda escocesa algo rígida y llena de tablas desde hace más de un año. Una biblioteca pública que no me ha acabado de vestir a gusto, salvo por sus cariñosos compañeros. En unas semanas cambiaré nuevamente, no deseo hacerme ilusiones sobre el color o la forma del vestido. Volveré a un museo, tal vez el vestido que sueño desde adolescente con el escote en la espalda...
Dejo aquí una foto que encontré de Cabo de Gata, Almería. Allí este verano nos llovió con calor y olas de un azul transparente turquesa.
Encontraréis muchas buenas fotos en:
http://www.fotonatura.org/